Por no aburrir con detalles escabrosos, os diré que convivir con un 'narcomercial' que hace frecuentes visitas a Galicia, y no sólo por ver a la familia, no es fácil.
Entre los viajes suicidas como paquete (tenía mis huellas dactilares grabadas a fuego en el depósito de su Suzuki), las deudas con sus ‘proveedores’ y los brotes psicóticos que le daban, llegó un momento en que vivir al límite perdía todo el supuesto glamour, porque sabía que los dos íbamos a acabar o en una cuneta,
A mis nietos les diré que cuando compré la moto pensé que todo sería más fácil, pero vivir a 400 km de Charly Tachuelas y el piloto era un puto infierno, la verdad.
De lunes a viernes yo trabajaba y los fines de semana salía escopetada para ir a verles. Y aprender a conducir, en principio. Pero durante medio año, la moto estuvo en su garaje y las clases nunca llegaron. Por frío. O lluvia, o viento, o campeonato de la Play Station, o trabajo inesperado o... Bueno, llamadme
Cuando sea abuela y les hable a mis nietos sobre cómo aprendí a conducir en moto y cuál fue el paso previo a comprarme una Harley, tendré que contar las aventuras y desventuras que trajo consigo Charly Tachuelas: mi primer cuatro-latas que ahora tengo, a falta de curro y ahorros para pagar ni un carnet ni una moto mejores.
Charly Tachuelas empezó siendo una reivindicación: "Cariño, quiero conducir mi propia moto, no depender de que