Estimado Bourbon:
Como soy canario, aún con padres de la península y habiendo viajado de pequeño mucho por la piel de toro, la primera vez que viajé en tren y descubrí a dónde se vertían los líquidos (y los no líquidos, también) elementos, no puedes ni imaginar la cara de estupefacción que se me quedó.
Para mí, viajar en tren era igual de exótico y alucinante que ver un río o pequeña corriente de agua siguiendo su curso de manera libre por la naturaleza. Aún ya cerca de los 40, me siguen fascinando las corrientes de agua.
Lo del tren ya lo tengo superado. XD
Respecto a los aviones, nuevamente, como canario que soy, y aunque salí mucho de la isla en barco rumbo a Cádiz con los maravillosos buques de Transmediterránea, he viajado en avión casi más que George Clooney en esa pelicula que está obsesionado con hacer millas y millas. Pues tan bien en mi tierna infancia descubrí, probablemente fruto de leyendas urbanas basadas en aparatos ya obsoletos, que nuevamente los líquidos elementales, y los no tan líquidos, salían disparados a nosecuantosmil metros de altura al espacio aéreo para, en teoría, desintegrarse antes de un dramático vertido sobre la primera capa que compone este nuestro planeta Tierra. Evidentemente, allí donde te entrara el apretón, allí vertías parte de ti mismo, ya fuera sobre una ciudad, el inmenso océano o o lo que pillase en su camino.
Hoy en día no sé cómo será. Seguro que hay alguna normativa medioambiental que restringe los vertidos de una areonave al espacio exterior. Vamos, que cargan con la mierda de los pasajeros como si fuera una autocaravana hasta que llega a un punto de vertidos autorizados.
En cuanto a lo de aclararse la garganta en marcha con colegas a tu rueda. Un consejo. Casco integral. Así el problema seguirá siendo exclusivamente tuyo. XD
Saludos y gracias por el post.