Ya llevamos tres años regalando ilusión a gente joven que la merece totalmente, pero, a mi juicio, no hemos prestado atención a otro colectivo que está mucho más abandonado: Los mayores.
Personas en muchos casos rechazadas por sus familiares y abandonadas, si no en gasolineras, sí en asilos que pueden llegar a ser los sitios más lúgubres que yo haya visto.
Una mirada de agradecimiento de un anciano vale más que los mejores regalos que podamos recibir.
Por ello, me permito proponer que el próximo calendario sea destinado a llevar un poco de alegría a una parte de ese colectivo tan desdichado.