He de reconocer que cuando Maltese me comentó que la cuarta edición del Riding sería en Altea, no lo vi claro. Es evidente que Formiche, después de tres años, estaba agotado pero ¿en Altea? ¿un sitio turístico de sol y playa?. Temí que se diluyese parte del ambiente digamos (y odio esta palabra) “auténtico” que había rodeado las tres primeras ediciones.
La idea, aparte de cambiar de sitio, era que también nos pudiesen acompañar nuestras parejas. No me refiero a esas moteras que siempre están al pié del cañón sino aquellas que no suelen venir porque no les atrae demasiado este tema. Tampoco en este aspecto lo vi claro porque, por mi parte, dudaba mucho que Lola (mi mujer) se apuntase, sencillamente no le gustan las motos, o al menos no le atraen lo suficiente como para embarcarse en un “fin de semana motero”.
Llegado a este punto, solo me queda entonar el “mea culpa”, no podía estar más equivocado en todo.
Altea (que ya conocía de visitas anteriores) ha resultado ser un marco espectacular. Cenando el Sábado por la noche en la plaza, en un entorno precioso, fui realmente consciente del mimo y de las horas de trabajo y organización que le habían dedicado Maltese, Nitro y demás colaboradores. Gracias una vez más, realmente estamos en deuda con vosotros.
Y del “sector femenino” que decir. Bien es cierto que mi mujer ya conocía y tenía una excelente relación con Yolanda (Maltese) y también con las “Mariajosés” (Clan y Elvis), pero me dejó pasmado cuando además decidió dejar aparcado el coche y subir a la moto de Eltoni… para no bajarse en todo el fin de semana. Se lo pasó de cine (gracias amigo Toni).
De mi hija no me sorprendió nada, sabía que le gustaría… pero me quedé muy corto. No para de preguntarme cuando es el próximo Riding y ha decidido ¡¡¡hacerse un chaleco con parches de 4NoHay!!!.
Maltese, compadre, me has complicado la vida.