LA FERIA DEL WHEELS & WAVES Y CÓMO ES POSIBLE QUE NO NOS ECHARAN
- ¡Joder! ¡Joder! ¡No puedo mirar! ¡No puedo mirar! ¡Puta madre!
Así llegamos a las inmediaciones de la feria y no era para menos. Que os quede clara una cosa: cuando vas a una feria, un museo, en definitiva, un lugar dónde se exponen obras de arte, esperas que las piezas dignas de admiración estén dentro. Pues bien, en éste caso la belleza empezaba en el exterior y es que las motos sobre las que iban llegando los asistentes al evento eran de un nivel y cantidad que ya quisieran en un Mulafest, para que os hagáis una idea.
Por la admiración Maltese no podía cerrar la boca, yo no podía abrirla, Jestako no podía estar quieto y Howard no podía enganchar él sólo todos nuestros cascos con la pitón y aun así pasábamos de él.
Para mí y para mucha gente en España existían dudas sobre eso que llaman “la pose”, tipos estirados y disfrazados de hipsters que son sólo fachada y, queridos amiguitos, a lo mejor deberíamos hacer examen de conciencia en este país y no proyectar en los demás nuestras miserias. No digo que hubiera algunos capullos, tiene que haberlos en todos lados, es un peaje que hay que pagar por vivir con las demás personas del mundo, pero el buen ambiente y buen rollo reinante fue una maravilla, claro que había gente luciendo el palmito, ¡coño de eso se trata!, bien por ellos que pueden. Pero lo que no había es menosprecio a los demás.
Bueno que me enrollo.
Nos acreditamos para entrar, aquí la organización tampoco es que fuera una maravilla, nuestros nombres no aparecían en las listas, afortunadamente con el resguardo del pago quedó zanjado el asunto, para mí fue un trámite habitual, siempre me pasan estas cosas. De todas formas se veía que las chicas de la organización encargadas de este asunto ya tenían experiencia en que faltaran nombres en la lista… y en que hubiera españoles que les hablaran alto y despacio en castellano.
El caso es que entramos al recinto como los toros a la plaza, ¿cornudos? Espero que no, pero sí sin saber muy bien por dónde empezar a embestir, dos filas de tiendas de campaña militares marcaban lo que hacía las veces de calle principal, motos maravillosas, dejadas como por descuido por sus constructores aquí o allí, mientras que otras se exhibían dentro de las tiendas, hermosas, poderosas, sorprendentes… alguna vez nos sorprendía el estruendo musical de algún hierro que arrancaban para mayor gloria de la gasolina y la grasa ¡dale gas! En contraposición unos chicos franceses una y otra vez trataban infructuosamente de arrancar mediante el encendido a patada una BMW transformada, nada, no había manera y mira que le ponían interés.
¿Por dónde empezar? Joder, ya lo decía un cura que tuve de profe en el instituto, cuando tengas dudas empieza siempre por el bar. Pues qué coño, primera ronda de cervezas, por cierto, a precios razonables.
Cerveza en mano empezamos a devorar las imágenes y sensaciones que allí se nos ofrecían, lástima de la música, en el escenario una banda ratonera que no parecía tener muchas ganas ni calidad para tocar, éstos figuras ponían pegas y más pegas a los chicos de la mesa de sonido.
Otra ronda de cerveza.
Empezamos a dividirnos, Maltese por un lado, Jestako y yo por otro, Greene y Howard más pausados por otro lado se deleitaban con cada momento, y sacaban fotos.
Más cerveza
- Coño, Jestako, saca la cámara que veo que se nos moja el morro y después nos salen las fotos torcías – le dije mientras yo no quitaba el ojo al sidecar de Roland Sands Designs.
- ¿Qué cámara? – me dice el jodío mientras ya se estaba liando un peta, hasta que se le cambia el semblante y pone esos ojos grandes y redondos que suele poner cada vez que la caga con un olvido - ¡Hostia! ¡La cámara!
- No me jodas, ¿no la habrás perdido?, eres un gilipollas –
- Qué va, me la he dejado en el camping – aspira profundamente una calada y mientras echa el humo me dice – pero tú no te preocupes, que consigo otra.
Me dio el porro y se fue hacia el meollo de la feria mientras iba gritando:
- ¡Joder! ¡Joder! ¡No puedo mirar! ¡No puedo mirar! ¡Puta madre!
Más cerveza.
Los chicos franceses seguían intentando arrancar la moto a patadas.
A estas alturas creo que llevábamos unos cuantos kilómetros andados por la feria. Posiblemente Maltese había hablado con unas doscientas personas y Jestako con otras 200 personas y ahora estaban esas 400 personas hablando entre ellas sobre un flipao español que no callaba, pero no se ponían de acuerdo con la descripción. Hubo un momento en el que Maltese y Jestako hasta hablaron entre ellos, pero se dieron cuenta y fueron a buscar nuevas presas.
Afortunadamente aparecieron unos amigos de Carmen y Howard, para mayor gloria del reportaje que sacaremos en www.super7moto.com uno de ellos era Cristian, un tipo con una sensibilidad especial con la cámara, ya tenemos sus fotos y las de Howard, que sabéis que las hace genial, creo que os gustarán.
- Ya tenemos fotos – Me dijo Jestako señalando a los urinarios.
Miré los urinarios y después le miré a él
- Jestako, eres un gilipollas
- Espera – Señaló en otra dirección, esta vez hacia Cristian – Este colega nos va a hacer las fotos
Recuerdo que tan sólo dije:
- Hazte otro trócolo
Más cerveza
Y los franceses dale que te pego a patadas con la moto.
Perdí a Jestako cuando estaba recorriendo media feria con un italiano que es diseñador de no sé qué movidas, por lo visto es hasta famoso, los dos de un lado a otro, haciéndose fotos con todo el que se ponía a tiro, sobre todo si era chica, claro. El proceso era siempre el mismo, conversación, risas, foto, risas, intercambio de tarjetas, números de móvil y a otra cosa. Jestako siempre de iba de grupo en grupo gritando:
- ¡Joder! ¡Joder! ¡No puedo mirar! ¡No puedo mirar! ¡Puta madre!
El italiano le seguía con cara de póker y mientras ponía con los dedos de las manos ese gesto tan característico iba replicando
- Ma ¿che cosa dici?
Pues eso, perdí a Jestako pero sabía que no andaba lejos, se había llevado a Biarrtiz un cargamento de pegatinas de super7moto.com y las estaba colocando a base de bien. Las ví en los cascos de la gente, los bolsos de las chicas, los mástiles de las tiendas, los mostradores de los bares… menos en Maltese, que no hacía más que pedir pegatinas y siempre se quedaba con las ganas porque había otra persona que se las llevaba puestas.
Entonces se puso a llover. Y lo hizo fuerte, un aguacero importante. Personalmente creo que me dí cuenta de que estaba lloviendo a los diez minutos de estar empapándome y porque el líquido que resbalaba por mi cara hasta entrar en mi boca no sabía a cerveza, ello me dio una pista. Otra pista es que apareció Maltese y eufórico me gritó:
- ¡Aja! ¡Por fin te has mojado! Coño, no sólo yo …
Para que os hagáis una idea del estado en el que nos encontrábamos, Jestako y yo todo esto lo recordamos como si fuera de noche, sólo viendo después las fotos nos dimos cuenta de que era de día, muy de día.
Refugiados en las carpas de bares y tiendas de la feria siguió la ceremonia del bla bla bla, cuando coincidí en una de las carpas con Jestako le estaba soltando a un guiri un sermón tremendo en inglés:
- Los ingleses tenéis la manía de ir por el mundo dando por hecho que todas las personas os tienen que hablar en inglés, que es su obligación, si no saben inglés es como si no fueran personas, ¡fuck!, tenéis que intentar ser más abiertos a los idiomas de los demás, por cultura, por respeto, no ser así de prepotentes…
- Soy sueco – Se acabó el sermón.
Dejó de llover y los chavales franceses retomaron las patadas al pedal de arranque de la BMW.
Fui a por más cerveza y justo cuando volvía me di de bruces con Shinya Kimura, sí lo sé, es la hostia encontrarse con este tipo y por eso saqué la mejor de mis composturas posibles, era el momento de estar a la altura de las circunstancias, presentarle mis respetos a una de las figuras más importantes del panorama de la Kustom Kulture mundial…
- ¡Hostia tío! ¡eres Shinya Kimura! ¿pero tú sabes quién eres? ¡eres mikura! Digo …¡kimura! … - Este fue el nivel, afortunadamente Shinya Kimura, aparte de ser un genio, es un caballero, me dedicó un gesto amable y me dio las gracias por mis arrebatos de admiración.
Creo que a Carmen le pusimos entre todos un buen dolor de cabeza, la pobre se moría por un ibuprofeno y encima de no tenerlo íbamos de vez en cuando alguno de los enzarpados a macharcarla con nuestra verborrea. Carita de circunstancias cuando Jestako sacó de un bolsillo unos cuantos ibuprofenos
- ¡Ahí va! No me había dado cuenta de que tenía esto
- Te mato – Carmen a Jestako
- Eres un gilipollas – Yo a Jestako
- ¿Tú conoces a este? – Jestako a una chica flowerpower que pasaba a nuestro lado - ¡Pues venga ya, ronda de ibuprofeno para todos y así no tenemos resaca mañana! – Las ideas luminosas de Jestako.
Más cerveza
Os estaréis preguntando ¿dónde estaba Maltese?, Pedro, por fin, se había topado con la escena de los franceses y la BMW con encendido a patada. Se les quedó mirando, se le abrieron las carnes y decidió poner solución al problema. Se acercó al gabacho, con un gesto educado le pidió que se apartara de la moto, su semblante era el del veterinario que llega al lugar donde un pobre animalillo está sufriendo por la torpeza de un filigranas. Para entonces el corrillo alrededor de la escena era importante.
Maltese puso las manos sobre el hierro como Jesucristo a punto de resucitar a Lázaro y le dijo al chaval:
- Si te pones en perpendicular a la moto no haces la fuerza suficiente, debes empujar la palanca con el peso de todo tu cuerpo – Acto seguido realizó el movimiento con toda su envergadura. La moto no arrancó.
- La primera es para hacer la compresión – Gesto inmutable de Maltese, cara de Bartolo del francés. Segundo movimiento y esta vez la patada fue certera, precisa y con el impulso justo para que la moto se pusiera en marcha. El chico flipaba, sus amigos flipaban, algún hipster flipaba, los dueños de las tiendas cercanas también flipaban. Jestako con la algarabía aprovechó para colocar una pegatina en el casco del dueño de la moto y yo estaba haciendo el ridículo con Shinya Kimura.
Después de ésto cuando le conté a Jestako que había estado con tan insigne japonés se empeñó en ir a saludarle. Hay una foto en la que salen él, Kimura y la chica de éste, todos riéndose y con una cerveza en la mano, ¿habéis visto alguna vez a Kimura riéndose? ¡Pero si en todos los vídeos y fotos sale con cara de “concentrao”!.
Más cerveza
Los avatares de la vida tienen designios muy caprichosos, os podéis imaginar lo “finos” que íbamos.
- Jestako, estas torcío – O tal vez era yo el que lo veía todo torcío.
Nos volvimos a separar. El errático rumbo de Jestako hizo que acabara en una mesa cuyos comensales estaban agrupados en torno a uno de ellos. Un tipo de melena morena que llevaba parcialmente recogida en una coleta, desde luego lucía barba, si no llevas barba en el Wheels & Waves no eres nadie, es como ir al futbol sin la camiseta de tú equipo. El caso es que este tipo parecía ser el macho alfa de la manada, pero a esa manada de lobos llegó el perro del anuncio de las quinielas. Cómo no podía ser de otra manera Jestako se convirtió en el centro de atención, les gustara o no. Al principio fueron un público difícil, no obstante, no hay audiencia que se resista a una de sus sesiones del “Club de la Comedia”, hablaron de las chorradas más peregrinas, consiguió que las risas fueran generalizadas. Hasta que Jestako profundizó en un asunto capital: los constructores de motos.
- Aquí tenemos verdaderas maravillas – Pausa para darse importancia – y no es para menos… joder, ¡si está por aquí Kimura!... ese…, ese sí que es un máquina, ¿tú has visto lo que hace? ¡el puto amo! – En ese momento cambió el gesto, levantó el dedo índice de la mano derecha y fue el comienzo de su alegato final – Y no como ‘El Solitaro’, ¡no me jodas!, pero si sólo sabe hacer cacharros oxidados sobre los que se pone e escribir con Tipex, ¡es el rey del Tipex! – Todos los sentados a la mesa empezaron a soltar carcajadas. Todos menos uno.
El que no se reía era el propio ‘El Solitaro’ y los que se reían amigos suyos y gente que trabajaba para él.
Jestako ni se había dado cuenta de quién era. Corramos un tupido velo.
Mi mente ya estaba muy nublada para entonces, recuerdo vagamente que había un edificio con una forma interesante, de cómo estaba encajonado en una pequeña colina y de cómo podías rodearlo para subir al techo a través de la pequeña ladera. Recuerdo a la gente mirarme, hacerme gestos y yo no entenderlos… hasta que me di cuenta de que ante mí tenía lo que yo creía que era una piscina sin agua y que en realidad era uno de esos hoyos de skate, como no veía bien me acerque varias veces sin percatarme del peligro y a punto estuve caer dentro. Lamentable, no estoy orgulloso.
En fin, amiguitos, al día siguiente estábamos para trapos, pero nos pegamos una agradable visita por la encantadora y opulenta villa de Biarritz. La tarde se encapotó y llovió como si Maltese estuviera de viaje. Da igual, estuvimos juntos bajo techo riendo y contando batallitas, bebimos cerveza, pero ya menos, el caso es que lo pasamos genial.
Qué queréis que os diga, yo pienso repetir y espero que mis compañeros en el Wheels & Waves también y que me dejen ir con ellos.