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Doc
Como yo soy más de pluma, mi crónica
Sábado, 9,30 horas todo dispuesto para partir. La moto cargada el viernes por la noche con intención de salir relajado, yo forrado como una cebolla, botón de arranque y …., botón de arranque, ….nada; la batería muerta. Me entran sudores tanto por el exceso del calor en el garaje como por el cabreo que me entra. Como es posible! Hago memoria, y creo recordar que el último día que la usé apague el motor con el botón de emergencia con lo cual las luces se quedan encendidas, que mala suerte. Que le vamos a hacer, mensaje al grupo que habíamos creado para la salida del sábado para que no me esperen, y me pongo a resolver el desaguisado. Llevo arrancador, pero a saber donde anda dentro del bolsón, además prefiero reservarlo por si la avería es otra, y me vuelvo a quedar sin batería, así que arranco la moto con las pinzas al auto, sin problemas. A todo esto y previa a esta última maniobra, me tengo que quitar unas cuantas capas de ropa, bajar la bolsa que tan cuidadosamente había colocado el día anterior, quitar el asiento para recuperar la herramienta necesaria para a su vez quitar la tapa que cubre la batería. En total unos 45 minutos sin prisas. Una cosa buena de la BMW ( y no la única) es que hay un terminal a positivo en el mismo plano que la borna a negativo, con lo cual es muy fácil colocar las pinzas sin tener que bucear entre el cableado.
Moto arrancada, bolsa sujeta al asiento de nuevo, y a correr. Como no me gusta llegar tarde, y ,me había levantado con tiempo resulta que soy el primero en llegar al punto convenido en la carretera de Burgos, y puedo continuar ruta con Lobezno y sportsman. Un día muy agradable, temperatura media de 2,5º que con la ropa apropiada no representa ninguna incomodidad, y en un pis pas nos presentamos en Cantalejo. Bueno voy a contar una pequeña maldad, Sportsman se despista de salida y hacemos unos kilómetros de más, yo pensaba que al ser un buen conocedor de la zona nos dirigía por alguna carreterilla local, de esas que tanto me gusta, pero no, que va, se había pasado la salida. Nada que no tuviera fácil remedio, y que aprovechamos para cafelito.
Rápidamente encontramos al grupo KMZ, y su despliegue de infraestructura. Hay es na!
Montaje de la tienda sobre un terreno muy blando (como se levante el viento sale volando, pensaba) y muy poco después me pongo a la cola para el rancho. Que plato de paella más rica. Nuestro querido maestro paellero nunca defrauda. Tonterías, charleta, chistes, y variantes, alrededor de la chasca de monumentales troncos, y hacer tiempo para la cena, vamos la vida del gocho.
De la cena que decir, entrantes abundantes, y caseros de verdad, y un cordero o cochinillo a elegir tan rico como en el sitio más exquisito que podamos elegir (y pagar) cantidades más que suficientes y servicio rápido.
Traca petardil a continuación, y vuelta al redil alrededor del fuego.
Sin necesidad de mucho insistir, consigo escuchar el famoso chiste de las manotas contado por Santa, todo un clásico de las invernales, pero que yo por las razones que sea no había tenido la oportunidad de oír. Más chistes contados con gracia, y al jergón.
Me preguntan si pasé frío, pues si, y pues no. Me explico, todos llevábamos unos pequeño calentadores para enchufar a las tomas del camping, y me imagino que por sobre tensión se desconectaban. Me pasé la noche como la parrala, una veces achicharrado de calor, y otras de repente se me quedaba la tripita fría, un cachondeo vamos.
Toda la noche lloviendo, y el pensamiento de encontrarme al levantar un campo blanco y angelical, pero no, casi mejor, solo fue lluvia y la carretera, que era lo que nos interesaba negra como los cojones de un grillo. Recogida de aperos (es lo peor del evento, todo apurruñado por que no había quien colocara una tienda tan grande en una bolsa tan pequeña) recogida de premios y sorteo, y pa casita sin mas sobresaltos.
Como todos han dicho, y sin excepción, mi enhorabuena al grupo organizador, por su bien hacer, montaje de la infraestructura y precios imbatibles de la cena, y como no a Santa, me tenia en un sin vivir el famoso chiste de las manotas.