Aprovechando que este sabado es fiesta, por lo menos para los que acostumbramos a trabajarlos, y que el domingo según el Sr. Maldonado hay muchas posibilidades de que se joda, yo salvo contra orden de la comandancia, me acercaré a tomar cafe en la cafeteria esa de cuyo nombre no quiero acordarme, sita en la calle de Concha Espina, y luego salir a dar un rulo hasta la hora de la comida que se me acaba el bono-moto.

Vamos que el invierno está ya llamando a la puerta.